jueves, mayo 20

COMBATE NAVAL DE IQUIQUE


El 21 de mayo conmemoramos el Combate Naval de Iquique, desarrollado en uno de los principales escenarios de la Guerra del Pacífico (1879-1883): el mar.
El mar era la vía fundamental para el traslado de víveres y tropas, y para la continuación del comercio regular entre Chile, Perú y Bolivia, los países en conflicto.
El bloqueo de Iquique
La guerra iniciada en 1879 movilizó a la escuadra chilena ante la necesidad de ganar el predominio en el mar. Prat zarpó con destino a Antofagasta en el vapor Bolivia en marzo de ese año.
Acompañaba en este viaje al ministro Rafael Sotomayor, el 2 de abril se embarcaron en Antofagasta con rumbo a Iquique, entonces peruana, a bordo del Blanco para notificar a esa ciudad del conflicto bélico y del bloqueo. Así, el día 5 de abril, Santiago era testigo de la declaración por bando de la guerra contra Perú y Bolivia, al tiempo que el Blanco llegaba a Iquique.
El encargado de la notificación fue Prat. Iquique tenía 24 horas para poner en seguridad a las personas indefensas, lo que hizo temer el bombardeo. Muchos civiles iquiqueños de nacionalidad peruana y chilena abandonaron rápidamente la ciudad.
El bloqueo de Iquique tenía por intención evitar que esta ciudad se fortificara y asfixiar a Perú. Ello, porque Iquique era el puerto de salida para el guano y el salitre, los principales recursos económicos de ese país. Por lo mismo, la Armada peruana tendría que salir de El Callao y pelear en descubierto.
La Abtao y la Covadonga zarparon el 2 de mayo desde ese puerto y llegaron a Iquique tras 8 días de navegación. Allí se encontraba ya toda la escuadra chilena.
Mientras tanto, el Almirante Williams había decidido atacar el Callao con toda la escuadra y dejar sólo dos pequeñas naves bloqueando Iquique, a cargo de Arturo Prat y Carlos Condell.
El grado y la carrera de Prat lo convertían en el superior y por ello debía comandar la nave teóricamente más importante: la Esmeralda.
Carlos Condell quedó en la Covadonga. Este último barco fue vetado del ataque al Callao por las fallas en su maquinaria y en las calderas. En la misma precaria situación estaba la Esmeralda.
La escuadra abandonó Iquique el 16 y 17 de mayo en distintas direcciones, y con intervalos para engañar al enemigo. Cuando partía, Prat se despidió del Almirante Williams diciéndole: "Si viene el Huáscar, lo abordo."
Un cruce inadvertido
Ese mismo día, el grueso de la escuadra peruana zarpaba de El Callao al sur con intención de atacar. Se cruzaron en un neblinoso 19 de mayo, a la altura de Pisco, a 31 millas de distancia, mar adentro. La escuadra chilena, se encontraba pegada a la costa peruana y no se vieron.
En Arica, el presidente del Perú, Mariano Ignacio Prado, se enteró de que en Iquique sólo estaban la Covadonga y la Esmeralda. Dispuso así que el Huáscar y la Independencia llegaran a Iquique el 21 de mayo, alzaran el bloqueo y que después interceptaran el transporte de 1.500 soldados chilenos que venían de Valparaíso a Antofagasta. Posteriormente deberían inutilizar la máquina resacadora de agua de Antofagasta y avanzar hacia el sur, bombardeando los puertos chilenos.
Ataque peruano
La Esmeralda optó por acercarse a la playa para obligar al Huáscar a disparar por elevación para no dañar al pueblo de Iquique. En esta maniobra, al levantar la presión del vapor del viejo buque, reventaron sus calderas dejándolo prácticamente inmóvil. Mientras tanto la Covadonga salió del puerto pegada a la playa y una bala del Huáscar le atravesó el casco, matando al cirujano Videla, a un contramaestre y a un marinero.
Grau ordenó a la Independencia que la persiguiera, mientras él batía a la Esmeralda. El Huáscar se detuvo a 500 o 600 metros del buque chileno por temor a los torpedos que, según una información errada, tenía la corbeta. Desde esa distancia comenzó a disparar sus grandes cañones de 300, pero sus tiros pasaban por alto. La Esmeralda contestaba con sus cañones lisos de 40, cuyos proyectiles rebotaban en el blindaje del monitor peruano "como pedradas en un muro de granitos", y con fuego de fusilería.
El enfrentamiento
Al amanecer del 21 de mayo, desde la Covadonga se avistaron los humos de las naves peruanas. Prat se preocupó de que sus hombres se alimentaran, y cerca de las 8 de la mañana comenzaron los ritos del combate. Gaspar Cabrales, el tambor y corneta de diez o doce años, tocó la orden de atención y Prat se dirigió a su gente:
"¡Muchachos: la contienda es desigual! Nunca nuestra bandera se ha arriado ante el enemigo, espero pues que no sea ésta la ocasión de hacerlo. Mientras yo esté vivo, esa bandera flameará en su lugar, y os aseguro que si muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber. ¡Viva Chile!"
El combate comenzó a las 8 y media. La Esmeralda se batía entre dos fuegos, haciendo frente al cañoneo del Huáscar y a las baterías del puerto. Durante más de dos horas la Esmeralda burló los poderosos cañones del monitor peruano.
Por fin, el comandante peruano don Miguel Grau decidió poner fin al combate cargando al espolón. Al primer choque, el heroico Prat gritó:
-¡Al abordaje!- y saltó espada en mano sobre la cubierta enemiga; pero el estruendo impidió oír su voz y sólo alcanzaron a seguirlo el sargento Juan de Dios Aldea y otro marinero. Todos cayeron allí acribillados de balas.

El Huáscar repitió el ataque, dando un segundo espolonazo, que abrió una vía de agua, inundando la Santa Bárbara y las máquinas, lo que dejó a la corbeta chilena sin gobierno y sin más municiones que las que había en cubierta. En este segundo espolonazo, saltó el teniente Ignacio Serrano con 10 o 12 marineros que comenzaron a batirse en la cubierta del monitor peruano. Todo el destacamento chileno cayó, recibiendo Serrano una bala de ametralladora en el bajo vientre. La Esmeralda, cubierta de banderas, continuaba a flote y el corneta seguía tocando. Veinte minutos después, el Huáscar embistió por tercera vez y ahora la Esmeralda se inclinó de proa y, a las 12.10, se hundió en el mar con su bandera al tope.
La Covadonga
Mientras esto ocurría entre el Huáscar y la Esmeralda, la Covadonga se alejaba rápidamente, siendo perseguida por la Independencia. Condell tuvo una idea muy astuta: hizo que la Covadonga llegara a una parte donde el mar era poco profundo, y como la Independencia era un barco muy grande, por perseguir a la nave chilena, quedó atascada. Condell pudo atacarla y los peruanos se rindieron.

El Combate Naval de Iquique no fue un gran triunfo para el ejército chileno. Sin embargo, hoy lo recordamos como uno de los ejemplos de valor y amor a la patria más destacados de nuestra historia.

De esta manera, el triunfo de Iquique es tal porque Chile perdió sólo una de sus dos corbetas e inutilizó el acorazado peruano Independencia. El Huáscar y la Independencia no pudieron seguir hacia el sur y detener las tropas ni tampoco pudieron bombardear los puertos chilenos. Las noticias de Iquique, del heroísmo y la gloria de sus compatriotas, elevaron la moral chilena.

Como dice Villalobos: "El ejemplo de Prat y sus hombres sacudió al país y electrizó a los que marchaban al frente de lucha. Hasta entonces había habido una gran incertidumbre y ansiedad; pero, los hechos de Iquique, a poco más de un mes de iniciada la guerra, trajeron la seguridad e hicieron vislumbrar el desenlace del conflicto".

martes, mayo 18

ÉRASE UNA BRUJA...



Érase una bruja
buruja, buruja
que todas las tardes
salía a pasear
con sus cuatro gatos
garatos, garatos
por la calle Real
eal, eal
montada en su escoba
boroba, boroba
pa` poder volar
olar, olar
Llegó hasta un castillo
Virillio, virillo
y escuchó llorar
Orar, orar
a una princesa
incesa, incesa
que quería pasear
ear, ear
y la astuta bruja
buruja, buruja
la sacó a volar
olar, olar.


Autora: Inés de Cueva